domingo, 3 de octubre de 2010

Esos días

Hoy es uno de esos días. Días en los que no sabes bien como te sientes. Quieres llorar y no sabes porqué exactamente. Tanta felicidad te satura, quiere escaparse formando nudos en la garganta. Te fijas en detalles. Cuento pecas, cuantas en tu espalda, cuentas lunares, ese siempre será tu favorito.
Tu hombro ya no es tan incómodo y adoro que se me clave ese hueso que tanto daño hizo a mi cabeza. Aspiro tu aroma y me inundo en tu calor. Te palpo. Me da miedo que desaparezcas. Me aferro. No quiero que me dejes.
De repente la música tiene otro sentido y hoy he tenido millones de canciones en la mente. Todas tuyas. Con un fragmento de ti en cada frase, en cada melodía. Me acaricias la cara, marcas el ritmo en mis mejillas con esos dedos finos, hinchas los carrillos, te sientas a mi lado y otra vez me pasa. Se me llenan los ojos de lágrimas y rezo porque no lo veas. No quiero que pienses que soy estúpida. No sé explicarte que me va a doler tener que separarme, pasar la noche sola. Me duelen tus ausencias. Así como el momento de decirte adiós me destroza.
Adoro verte reir. Me encanta que sonrías, que te sientas orgulloso. Por eso merece la pena hacer cualquier cosa.
Saber que siempre seré tu pequeña, porque lo peor de todo es saber que te haces grande.
Que me termines las frases. Enfadarme. Sentirme celosa como una idiota. Quererte hasta decir basta. Hasta pensarlo: ya no quiero estar con nadie más que no seas tú.
Te amos repetidos y entrecortados. Te quieros casi a gritos. Y abrazos tan fuertes que se me olvida respirar. Me has cortado la respiración.
Cada día eres capaz de hacerlo.



Y esta canción siempre vas a ser tú. Por todo lo que significa para ti. Por todo lo que me recuerda a ti. Por todas las veces que he pensado en ti al escucharla. Porque inexplicablemente, cuando la escucho, siento esos deseos enormes de llorar. De llorar en tus brazos. E incluso pedirte perdón todo lo que pueda. Creo que es porque me duele la infinidad de veces en las que explotó tu rabia y no llegué para aplacarla. Porque a veces te he visto pequeño, frágil, y has dado dos pasos al frente, has plantado cara. Porque eres fuerte, muy fuerte. Tanto que te tengo mucha envidia. Y tú no te lo crees.
Porque yo me derrumbé delante de ti un día cualquiera de febrero y me sostuviste. Porque quiero sostenerte. Quiero poder abrazarte en tus momentos de rabia y poder decirte que no todo tiene que acabar tan mal.

Porque ha sido hoy. Hoy ha sido el día. Sólo un día de esos.

Te quiero.
Y aún no he sido capaz de decirte ni la mitad.

No hay comentarios: