Domingo. Apatía. Como todos los domingos, pero hoy quizás un poquito más. Y noto un vacío tan grande que no sé, no puedo y no quiero notar nada más. Y ni puedes llegar a imaginarte lo que me duele.
Y me siento tristísima. Tanto que no lo comprendo.
Mientras tanto el reloj sigue avanzando. 1991. Un encapuchado me observa desde una silla. Tengo miedo. Cubre mi cara. Odio verme últimamente, frágil y estúpida, tal y como soy. Mientras tanto seguiré temblando y permaneceré con los labios fruncidos. Solo merece la pena suspirar profundamente. Liso y suave. Cálido.
Y dentro de mi, sigue lloviendo.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario