miércoles, 3 de marzo de 2010

Nudos en la garganta

Las entradas tristes que comienzan con un "cuando era pequeña..." suelen ser calificadas de melodramas y la gente suele decir "mira a esa, quiere dar pena al mundo". Lo de hoy, señores, va a ser una entrada de esas, tristes y remontándose a mi infancia. Procedo:

Cuando era pequeña había dos cosas que me daban muchísimo miedo: la muerte y los cambios. Guardo recuerdos de ambas cosas, algunos más claros que otros. Me acuerdo de un día en el que, sin motivo aparente, empecé a llorar estando sentada en el sillón con un tebeo de Zipi y Zape en la mano. Mi madre me intentaba consolar pero yo no le decía que me pasaba. Más tarde, cuando fue a arroparme le dije que no quería que se muriesen ni ella ni mi padre. Ese día lloré muchísimo. Ya no recuerdo si hubo más días en los que llorase por eso, pero sí días en los que me faltaba el aire pensando cómo es morirse. ¿Lo sientes? ¿Es como dormir? ¿Hay algo después? Hoy mismo en clase he pensado eso y me ha dado un vuelco en el estómago. Así que sí, le tengo mucho miedo a la muerte.
(Aunque mi madre suelta a cada tanto frases del tipo "que poco me queda" o "cuando yo me muera..." y no ayuda a superarlo)

Mi otro gran miedo (aunque en mi infancia era más bien una obsesión) son, como ya he dicho, los cambios. Primero eran cambios estúpidos, manías. Por ejemplo, me ponía histérica cambiar el orden de algunos objetos. Si mi padre ordenaba una estantería, ese orden se quedaba ahí fijo. Y si cambiaba algo de sitio me sentía mal y tenía que volverlo a poner como estaba. Si mi madre venía a arroparme, me sentía mal al moverme porque era como... "romper" algo. Lo mismo pasa ahora. Es algo dificil de explicar. Al crecer, me fueron dando miedo los cambios más importantes ("¿Y qué pasa si X y yo nos dejamos de hablar por esto?" "¿Y si W se muda y no nos vemos más?").
Se puede decir que soy una persona que adora la monotonía. Me gusta hacer cosas impulsivas de vez en cuando, claro, pero dentro de un orden inalterable. Me gustaba levantarme por la mañana a las 8, ir al instituto con él, estar con los mismos de siempre en el recreo, volver con ella, verle por la tarde, estudiar/jugar, horas al teléfono y a la cama.
Así todos los días. Todos. Y era feliz en ese ciclo.

De repente llegó octubre de 2009 y sentí que mi vida se fragmentaba en mil pedazos. Y después llegó 2010 y fue cuando todo se fragmentó de verdad. Y todo se fue a la mierda. Todo cambió.

Pero supongo que eso es otra historia.

2 comentarios:

LucyKuroi dijo...

tevoyapegar, pero te entiendo y te quiero

Noodle dijo...

Lucy Kuroi: y yo también te quiero a pesar de tu comentario bipolar ♥